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HACE APENAS AÑO Y MEDIO, TATÍN MURIEL SACÓ SU PRIMER DISCO COMO CANTAUTOR. LO LLAMÓ MIS LUNARES FAVORITOS, Y UNA DE LAS COSAS QUE MÁS GUSTÓ FUE SU MEZCLA DE ESTILOS. DESDE EL JAZZ AL FUNK, DESDE EL FLAMENCO AL SOUL, ESTE ÁLBUM PROMETÍA TARDES DE CAFÉ Y BAILE. AHORA, TATÍN MURIEL TOMA FORMA DE BANDA Y SE PREPARA PARA LANZAR UN NUEVO TRABAJO. ESTA VEZ, YENDO AÚN MÁS LEJOS: INCORPORANDO SONIDOS DE LA MÚSICA ELECTRÓNICA, ENTRE OTROS, EN EL PROYECTO. EL GRUPO ESTÁ PREPARADO PARA DARLO TODO. ¿ESTAMOS NOSOTROS PREPARADOS PARA BAILAR SIN PARAR?
 
 
Cristina BAQUERIZO
 

 
 
 
 

 
 
Kintsugi es una técnica artística japonesa de reparación de cuencos de cerámica: los trozos rotos se vuelven a juntar con una resina dorada. Lo que, a pesar de arreglar el objeto, cambia para siempre la apariencia de este. Junto con este arte viene toda una filosofía detrás: la de la belleza de las cicatrices, de lo vivido, que no debe ser escondido, sino aprendido, aceptado por uno mismo y mostrado con orgullo. Kintsugi es también el nuevo trabajo que tiene entre manos Tatín Muriel y su banda. Tatín Muriel es el nombre artístico de Jesús Rubiño: "A mi padre le llaman Tato, y a mí, como su hijo, me llaman Tatín. Muriel es el apellido de mi madre", me cuenta, ambos sentados en la alfombra que decora el suelo de su local de ensayo. Que su alias de músico apele a sus padres se entiende rápidamente en cuanto me habla de la influencia que estos han ejercido en su gran pasión. Sus inicios en la música fueron siendo solo un niño, tal y como lo recuerda: "A partir de los seis años empecé a escribir. Y entre los diez y los doce años empecé a darle importancia y a escribir de verdad, por así decirlo. Con esa edad comienzas a ser un poco más adulto, te callas cosas que necesitas expresar, y lo haces escribiendo". 
 
El primer género al que se dedicó fue el rap, en el que estuvo inmerso hasta los dieciocho años. Dejó ese mundo debido a una competitividad que "a veces, trasciende lo musical y pasa a lo personal", según me explica, aunque sin olvidar recalcar que no siempre sucede así, y que esta competencia se encuentra en muchos otros ámbitos musicales. Enseguida me hace partícipe de los demás factores que le llevaron a probar otro estilo: "Tuve una depresión, descubrí la guitarra… y, con ella, que era capaz de expresarme de otra manera. Era más divertido, porque hacía dos cosas a la vez: tocar y cantar". Un amigo le enseñó las líneas del bajo del tema Stand by me, de Ben E. King, y ahora toca la guitarra acústica y eléctrica, así como un poco de piano, que ha aprendido de forma autodidacta. Sonríe al recordar su etapa de rapero, y me dice que aún tiene afición por el rap, "incluso sigo improvisando en mi intimidad, de vez en cuando. Y mi manera de escribir creo que se nutre mucho de aquella época. Aunque la música que yo hago se podría clasificar como pop, mi manera de escribir no se acerca tanto a la línea de artistas de ese estilo".
 
 
CRISTINA BAQUERIZO: Yo, sin embargo, no os consideraría pop. ¿Con qué etiquetas calificarías tu música?
TATÍN MURIEL: Realmente, yo tampoco [risas]. Ahora hago música de autor, a veces funk... Lo hemos hablado en la banda, y creo que hacemos pop ácido, sobre todo en el disco que está por venir, en todo lo que va a salir ahora. A ver, te explico: esto viene del acid jazz, que sí que existe como género. Pero como lo nuestro está en medio entre eso, el pop... y tampoco hacemos funk como tal, pues...
C.B.: Os habéis inventado una nueva etiqueta.
 
  
 
 
 
 
 
En noviembre de 2016, Tatín Muriel sacó como cantautor su primer LP, Mis lunares favoritos. Poco después, sin embargo, decidió instaurarse como banda, junto con algunos de los músicos con los que había colaborado en la creación del disco. Candela García Campos, en el piano y los teclados, y José Guerrero Barberán, en la trompeta, han continuado al lado del músico. El resto son artistas nuevos, que le acompañan desde el momento en el que empezó a girar el LP. Jesús pone énfasis en la importancia de lo que significa ser una banda: "Seguimos usando mi nombre y sigo siendo el autor, pero estamos enfocados como banda. No solo hacemos canciones, sino música. Las letras siguen siendo mías, pero en la música participamos todos, con diferentes arreglos". 
 
Volvemos a su primer álbum para recordar de dónde viene este joven músico y, así, identificar mejor hacia dónde va. Para Jesús, sacar el disco "significó un avance a nivel personal". El LP vio la luz de forma precipitada. Tatín Muriel era un total desconocido que, sin anuncios ni antecedentes, sin marketing ni videoclips, sacó un disco "del tirón". El resultado, sin embargo, ha sido muy bueno, con una gran acogida. "Hemos aparecido en diversos medios, hemos tenido bastantes visitas en el single sin tener siquiera videoclip, hemos compartido escenario con gente un poco más puntera que nosotros, como La Destilería… aspiramos a más, obviamente, pero estamos muy contentos", explica Jesús, mientras me indica que su música le ha llevado a tocar en ciudades como Madrid, pues "ahora tenemos ganas de hacer las cosas todavía mejor para poder tocar en más sitios, que es para lo que de verdad hacemos música". 
 
 

C.B.: ¿Cuáles han sido las dificultades de Mis lunares favoritos?
T.M.: Auto producirnos ha sido algo muy bueno, al tener la libertad de hacer lo que quisiéramos. Pero también ha sido muy difícil, ya que teníamos los medios que teníamos y sonamos hasta donde podemos. Lo grabamos todo en un estudio casero, que no sería más grande que esta alfombra. Era una cabina de voz... meter la batería ahí fue toda una aventura [risas].
  
 
 
  
  


"Cada vez me lo paso mejor haciendo música y escribiendo letras". / Cristina BAQUERIZO
 
    
 
Si hay algo que llama la atención en la música de Tatín Muriel es la mezcla tan amplia de estilos: funk, jazz, ritmos flamencos... Según me explica Jesús, sus raíces han sido relevantes en las composiciones: en su nuevo trabajo habrá un tema por bulerías, influidos por su tierra, Andalucía. "También la bossa nova, que es un género que ha llegado a mí por mi padre, que estuvo viviendo unos años en Brasil", revela Tatín. Ahora, sin embargo, la banda da un paso más: a este mix tan explosivo van a añadirle características de la música electrónica, pero llevado al jazz e, incluso, un poco al pop. Jesús me cuenta que este nuevo sonido que han conseguido ha sido fruto de un largo proceso: "Ya con el disco anterior, a Candela le ponía pedales en el piano. Eran pedales de guitarra, porque buscaba un sonido que su teclado no podía reproducir. Los medios que teníamos no eran los adecuados, ni suficientes, y ahora sí los tenemos". La mezcla va a notarse aún más que en el disco anterior: más jazz, más electrónica, con importancia de los sintetizadores, e incluso sonidos propios del trap. "Hay un sonido en el trap que nos flipa: el de las cajas de ritmo", dice Jesús, desarrollando la idea anterior.
 

Para conseguir un sonido tan personal y dinámico, la clave está también en nutrirse de diferentes estilos musicales. La lista de músicos en los que inspirarse se vuelve interminable: "Nosotros estamos flipando mucho ahora mismo con el flamenco jazz, con nombres como Diego Amador, Antonio Lizana... También nos inspiran otros artistas, como Jorge Pardo. Por otro lado, nos gustan The Bee Gees, Stevie Wonder, Prince...", enumera Jesús. Como adelanto de lo que está por llegar, hace tan solo escasos meses sacaron un sencillo, Adivina, en el que podemos notar precisamente la influencia de la música del madrileño Jorge Pardo. Este single acústico, con Jesús y su guitarra, es solo la primera versión de la canción, que también será interpretada por la banda al completo. Es por este motivo que no ha tenido promoción. Según me cuenta Jesús, es la única canción que se sale del sonido del propio disco: "Las demás van a ser más electrónicas, casi funkies, mientras que esta es una canción por bulerías, más acústica y lenta".
 

Este nuevo trabajo sí vendrá acompañado de videoclips, y, con él, nos espera un nuevo sonido, pero "sobre todo mucha música, diversión y 'bailabilidad'. No sé si existe esa palabra", me dice, riéndose y haciéndome reír al mismo tiempo. Con la intención de conseguir que el público entero baile, antes del verano Tatín Muriel sacará dos nuevas canciones, en las que ya podremos apreciar la evolución que ha experimentado la banda. Una evolución que, según Jesús, lleva "a un sonido más maduro, más realizado. Con este nuevo trabajo estamos consiguiendo el sonido que buscábamos".
 
 
 
 
 
  
 
 

C.B.: ¿Qué va antes: la letra o la música?
T.M.: En Mis lunares favoritos, la letra tenía mucha importancia. Ahora también, pero la música sale primero. Grabo la guitarra y me paso unos tres días sacándole melodías a la guitarra. Y después a esa melodía elegida se le añade la letra. Obviamente, la letra sigue teniendo mucha importancia. Es un proceso más largo, más elaborado. Además, conlleva una cura de humildad. Por ejemplo, en mi caso, tengo que preguntarme: vale, esta canción está compuesta en guitarra, pero ¿realmente este arreglo debería ser a guitarra?

  
En su primer trabajo, la letra y la música eran más intuitivos, resultado de un camino más primario, más sencillo. Este cambio en el proceso creativo es resultado de una crítica constructiva que Jesús recibió tras la salida de Mis lunares favoritos, cuando le aconsejaron servirse un poco más a la melodía. En dicho disco, Jesús me dice que su música era autobiográfica, inspirada en sus miedos e inseguridades. "Pasas un momento en el que te sientes abrumado con todo y hay una canción con la que te sientes identificado. Y te das cuenta de que, quizás, no es para tanto", reflexiona Tatín acerca de que la música sirve para ayudar a otras personas, ya que "con los problemas solemos pensar por qué a mí y por qué soy el único. Y te das cuenta de que no es así. La música te da esa perspectiva". En este nuevo trabajo que se trae entre manos junto con el resto de la banda, las letras siguen esta línea personal, pero también hay algún tema de inspiración social. "Fue la primera vez que escribía algo ajeno a mí, pero los últimos acontecimientos, como lo de Orlando, me hicieron pensar", me cuenta Jesús
 
Entre letra y música, también hay que destacar la voz de Tatín: es una voz ronca, con mucha personalidad y que se mueve entre susurros. Él se encoge de hombros y me expresa su inquietud al respecto: "Ahora estoy más preocupado en formarme, en que lo que proyecto sea un buen sonido, limpio y sano", afirma. La idea más directa que motiva este nuevo trabajo es girarlo, disfrutar tocándolo en diferentes ciudades y ambientes. Sin embargo, la banda es más reticente con los festivales. En parte, esto es debido a, precisamente, su mezcla de estilos: al no tener uno determinado, así como al no tener etiquetas que los definan, es difícil integrarse dentro de un cartel concreto. Además, la mayoría de festivales que están surgiendo están dirigidos a la música indie, un sonido que no tiene la banda de Tatín Muriel. "Hay una gran corriente de indie, que está muy bien hecho y que nos parece genial que se haga y que tenga tanto soporte, porque, además, esto hacía falta", me explica Jesús, "pero que no es lo que buscamos hacer nosotros". Por ahora, el grupo busca una proyección más íntima.
 
  
 
C.B.: ¿Se intenta gustar a todo el mundo?
T.M.: Siempre he tenido muy claro que no se le puede gustar a todo el mundo, pero en este disco sí que hay una intencionalidad de gustar, y creo que no hay nada malo en ello. Obviamente, sin perder nuestra personalidad, nuestros pilares. Pienso que hay muchos prejuicios en el mundo de la música: musicalmente, creo que cualquier música es válida. Otro tema son las letras y los valores. Todos deberíamos reflexionar sobre qué predicamos.
 
    
 
 
 
 
 
 C.B.: ¿Cuál es vuestro sitio en la industria musical?
T.M.: La industria musical es muy grande, y se debe mucho al contexto. Hay muy buen producto en España, pero se sigue explotando lo mismo. Nosotros estamos haciendo un sonido que aquí se hace poco, pero creo que tenemos hueco en la industria siempre que les dé por apostar por música nueva. Y creo que lo están empezando a hacer: un ejemplo de ello es C. Tangana.  
   
La banda de Tatín Muriel ya optó por auto producirse en su primer disco, una decisión que es la salida de muchos principiantes, debido a la dificultad de abrirse camino en el mundo de la música. "Se pueden tener otras salidas: no me preocupa conseguir vivir de la música, porque, a pesar de lo que se dice desde fuera, eso no es tan difícil", reflexiona Jesús sobre el tema. Según su punto de vista, lo complicado es vivir como un autor: "Es verdad que el camino que me atrae es el de mis canciones, aunque no es lo único. Cada vez intento ser menos el autor y ser más una banda. Lo que da miedo del mundo musical es lidiar con muchas inseguridades que vienen con todo esto". Actualmente, las redes sociales componen casi un instrumento más en la carrera profesional de cualquier persona. La gran mayoría de artistas utilizan el alcance de redes como Facebook o Instagram para dar visibilidad a sus productos, a modo de marketing. Sin embargo, Jesús afirma entre risas que a ellos siempre se les olvida usarlas: "No es que no nos sentamos cómodos con ellas, pero estamos siempre tan ocupados haciendo música, que se nos olvidan las redes sociales". Pese a todo, son conscientes de su importancia y de la necesidad de "darles más caña". 
 

Detrás de sus proyectos musicales hay muchísimo esfuerzo. Jesús le da relevancia a la inspiración, pero con un trabajo de base. "Una canción entera no sale sin sentarse a trabajar", me explica, "yo escribí muchas malas canciones antes de conseguir hacer una presentable. Observar, y no ver, es motor a veces para escribir". También son importantes todas esas reflexiones, esas pequeñas acciones, esas dudas… que, en principio, parecen no ser trabajo dedicado al proyecto. "Hay muchísimas horas, dedicación, comerte la cabeza...", reflexiona Tatín, sonriendo, "sacas el disco y todavía estás pensando en cómo deberías haberlo hecho". Pero, de la misma manera en que Jesús mira positivamente hacia el futuro, también mantiene vivo su pasado, el camino que le ha traído a donde está. Hace unos años pasó una depresión, algo que recuerda a través del aprendizaje que supuso para él superarla. "La depresión me hizo pasar por una serie de miedos que me han hecho madurar una vez que los he superado", me cuenta, convencido de la importancia que tiene visibilizar este tipo de experiencias. La música le ayudó, y es un motor de vida que sigue emocionándole, a pesar de que también le obligue a enfrentarse a sus inseguridades: "Casi cualquier artista que escriba con humildad, con sinceridad y con autenticidad escribe sobre sus demonios". 
 
 
C.B.: ¿Qué es lo más importante en la vida, en la música, en todo?
T.M.: Te diría que el amor, pero creo que la ilusión. La motivación, porque hasta para encontrar el amor hay que estar motivado. Ofrecerte a la vida, estar abierto a lo que esta te pueda dar. Esa apertura es un hecho de amor en sí mismo hacia lo que te espera y hacia ti mismo.
  
Ilusión es, sin duda, lo que se refleja en los ojos de Jesús cuando me enseña su local de ensayo, cuando me contesta a cada una de las preguntas con la naturalidad que le caracteriza, incluso cuando me escribe en una pizarra el nombre de su nuevo trabajo. Ilusión es lo que transmiten sus canciones, lo que susurra la trompeta y lo que sentencia el teclado, lo que se puede entrever en las ganas de todos los componentes de esta banda. Ilusión es, efectivamente, lo que reflejan los platillos de la batería y lo que vibra en las cuerdas de las guitarras. En definitiva, ilusión es la música que hace la banda de Tatín Muriel.
 
 

  

 

 

 
 
 
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